"Recuerdo que todo caminaba normalmente para mí, pero comencé a notar como mi enojo y mi poca paciencia incrementó cuando mis hijos nacieron y comenzaron a crecer.
Como todos los niños cuando hacían algo incorrecto me molestaba de sobremanera pero, ¿qué es incorrecto?, para mí era incorrecto su comportamiento ya que esperaba que ellos actuaran como un adulto, sin darme cuenta que solo era unos niños, bebés.
Una ocasión uno de mis hijos se enojó y aventó unos juguetes al piso con tal fuerza que los rompió, yo me llene de tanto enojo y poca paciencia que lo tomé del brazo muy fuerte, le di una nalgada y lo senté en el piso, él comenzó a llorar tanto y me vió tan asustado con esos ojos de inocencia pero a la vez llenos de terror, que en ese momento me di cuenta del daño tan horrible que le estaba haciendo. Mi reacción fue así, ya que yo viví eso en mi infancia, las enseñanzas eran con golpes, como en muchas familias se vive. Estaba repitiendo el patrón que aprendí cuando pequeña.